Un diccionario es un compilado de palabras o
expresiones, un listado de significados explicados en términos académicos, un
ayuda memoria para no errar en ortografía o en utilización gramatical, un cúmulo
de inteligencia y saber.
Sin embargo, este diccionario, el de los chilenismos,
más que de lo erudito, nace de lo usual,
de lo cotidiano. Recordándonos que el
lenguaje es algo vivo que se rebela, cada día, en la boca en que habita. Tan vivo, que va dando nuevas facetas a los
términos, construyendo frases a su antojo. Que de tanto existir una y otra vez atado a las
reglas, gramaticales, de buenos modales, de corrección y puntuación; las
palabras y los decires, se cansan, se agotan de la monotonía, dando un giro, comenzando
a existir por fin verdaderamente. Ahí
nacen los “quiltros”, los “al apa”, los “julepes”, los “siúticos”, los “pololos”,
las “teteras”, los “cototos”, los “cabros”, las “chauchas”, transformando el español en casi un divertido
embrollo.
Aunque, paradojalmente, la razón de ser, de este diccionario,
publicado en 1875, fue terminar o por lo menos aminorar los errores en el
hablar de los chilenos, y el espanto que éstos, provocaban en su autor
quillotano, Zorobabel Rodríguez. Termina
siendo, hasta el día de hoy, una muestra de primer orden, además de cómo
hablábamos, de cómo seguimos hablando, con una actualidad que podrá asombrar, a
más de alguno. Porque, el que quiera
encontrar en él, los decires de sus abuelos, ahí están y los que buceen en
busca de algo que sus propios labios digan también, lo encuentra.
“Diccionario de Chilenismos”, un retrato, en donde
volver a mirarnos, sin importar que el tiempo diga, que han pasado la friolera
de 142 años, reflejándonos con un parecido, que nos deja perplejos.
Marcela Poblete Cruz
(1) El “Diccionario de Chilenismos”
de Zorobabel Rodríguez, se puede leer en el siguiente vínculo.